miércoles, febrero 23, 2005

Tangalayai

Nunca tengo en claro lo que debo pensar al momento de beber. La mayoría de las veces sólo escucho. Por eso no me incomoda que Mauro, el director porno, me diga: Ya fui al Tangalayai.
-¿Qué es eso?
-Un table que está en la calle de los sueños.
M equedo pensando un instante... calle y sueños... ah.
-¿Villagrán?
-Esa mera.
Sigo bebiendo. Mauro cuenta que fue al baño y al regresar una mujer estaab bailando sobre su mesa. Un gordo idiota pero que siempre le gana al ajedrez, sonríe de manera golosa al tener las piernas de la chica a tan solo unos centímetros de su rostro.
-¿No nos la van a cobrar? -preguntó Mauro.
-No.
Así que ya libre de preocupaciones económicas, se dedicó a toquetearle los muslos y subirle la microfalda que la bailarina llevaba.
-No, papito, así no.
-¿Entonces cómo?
-Con un billete de por medio.
Y Mauro, ya con un billete en la mano, se la llevó al privado.
-No están tan chidas como las del Infinito, pero son más alivianadas.
-¿Y tienen cover?
-Diez pesos, pero con eso te dan un boleto para la rifa de un cubetazo.
-Suena bien, ¿pero por qué me lo cuentas? ¿Me estás presumiendo?
-Sí. también porque quiero que lo escribas en tu diario ese.
Dejé de hablar con él. Es un pretencioso, pensé.

jueves, febrero 10, 2005

Caguama para mirones

No encontré el maldito billete de 200 que llevaba en mi bolsillo. Ya estábamos en la puerta de la Expo Guadalupe y Rogelio me dijo: No hay pedo, compadre. Orita entramos con la lana que tengo y de perdido nos compramos una caguama cada uno.
Y así fue. Sólo completamos una caguama cada quien y lo demás fue pasarnosla caminando detrás de traseros de mujeres y mirujearlas cuando se subían a un juego mecánico y gritaban histéricas. A ratos reventávamos en carcajadas, pero con la seguridad de que muy dentro les teníamos envidia. Ellos tenían suficiente dinero como para embriagarse de felicidad.
-Una caguama no es tan mala. Al menos llegamos hasta acá.
-Pues a ver cuándo chingados se nos ocurre regresar- agregó Rogelio-. Para la otra mínimo ya estar borrachos.
Iba a decirle que tenía razón, y en eso escuchamos un grito. Una mujer había caído al salirse de un juego y se le estaban viendo los chones.

viernes, febrero 04, 2005

Las teiboleras juegan en Nokia

Esa mujer dijo: ¿me invitas una bebida?
-No hasta que te vea bailar.
-Pero si acabo de bailar, papacito. Es que todavía no llegabas.
Yo seguía bebiendo mi cervreza Corona.
-¿Y a qué hora vuelves a bailar?
-Al rato, al rato. ¿Me invitas una bebida? -insistió.
Carajo. Ellas tienen una especialidad en insistir.
-Ya te dije que cuando bailes. Quiero ver cómo te mueves, mujer.
Y en un parpadeo coqueto dijo: Bueno, ¿pero me puedo quedar sentada contigo mientras juego en mi celular?
No respondí y ya la tenía arrejuntada en mis piernas. Inició un juego de memoria en su teléfono celular Nokia.
-Que flojera jugar a algo de memoria -le dije-. ¿Por qué mejor no bailas?
-Si quieres te bailo en el privado, y me encuero y te hago que te vengas bien rico.
-¿En serio?
-Sí, hoy ando de buenas.
Me faltaban dos tragos a la cerveza y le dije: Espera a que vaya al baño.
Oriné un poco. Sabía que no tenía más de 100 pesos en el bolsillo del pantalón. detesto que las teiboleras anden encima de uno cuando se tiene menos dinero. Me dolió que pasaran esos días en que la pasaba bien y al final no tenía dinero para pagar.
Algo pasó en mi maldita vida. Algo se jodió.
Salí del baño directo a la puerta de salida.