viernes, junio 02, 2006

Tengo una muñeca vestida de azul

-Tengo una muñeca vestida de azul -dijo la niña, y luego:- Es el diablo... diablo con vestido azul.
Sonreí. Esa niña era un ángel comparado con su madre.
-Cállate -le dijo la mujer que la tomaba de la mano.
Me impresionó lo seco en la voz de la mujer. No quité mi vista de esas piernas cuarentonas, la cabellera rubia, los pechos prominentes que mostraban una parte en el escote.
Por cierto que la madre vestía un vestido rojo... debería usar uno azul.
Las dos se alejaron.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Pienso que las mujeres después de los 30, o al ser madres cambian un poco, según mi experiencia.

Por alguna causa natural, se ponen más vellosas, les salen más pelos en el monte de venus y un poco más allá.

Por otra parte, se vuelcan hacia el mundo al haber salido de su propio enamoramiento, idealización o mecanismo de defensa para navegar como princesas solicitadas en una ciudad de buitres bajo el sol con ganas de comerse un pichón.
Necesitan el mismo reconocimiento pero saben que también pueden dar y lo gozan cuando en la adolescencia femenina que termina como a los 30, sólo saben recibir halagos salvo raras exclusiones.
Amo a las mujeres pero las prefiero expertas, como esa señora que relatas.
Esa mujer de vestido rojo, necesita un hombre.... su lenguaje no gestual lo dice sin hablar

2:07 p.m.  

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