viernes, junio 09, 2006

Comida y mujeres

Me acostumbré a comer pescado o mariscos cada que recibía dinero. Era una especie de premio, y no porque fuera a ver a una mujer.
Por la noche, si mi pareja me preguntaba qué había comido, de inmediato le decía:
-Un vuelve a la vida.
-Has de andar bien venenoso ahorita -me decía sonriendo.

Y yo en ese momento apagaba la luz gruñéndole que esa comida había sido para mí, no para impresionarla.
-Para impresionarte, mujer, no necesito comer nada. Cuestión de que estés dispuesta.

Ella se molestaba cada vez más, hasta que en una de esas desperté y se había ido.