lunes, abril 24, 2006

A la espera del camión

Una banqueta sucia. Es decir, con escupidas secadas por el sol, corcholatas aplastadas, envolturas de pastelillos y fritos, y un bote de plástico. Tenía tanta resaca que me senté en la acera mientras los demás esperaban el camión en pie. Un tipo de vestir ejecutivo me lanzó una mirada despectiva. En respuesta le solté un bufido de “Vete a la mierda, miserable vendedor de seguros”. Luego se apartó para preguntarle algo a unas estudiantes de colegio. Ellas soltaron risillas nerviosas cuando el tipo se alejó. Me parecieron graciosas en lo que cabe. No puedes confiar demasiado en una mujer, pero a esa edad al menos sabes que están jugando. Ya pasada esa etapa, todo lo hacen con alguna intención.
Un anciano me preguntó la hora y le dije que mi reloj no servía.
-Pregúntele a esas muchachas, señor.

El hombre fue hacia ellas. Una miró hacia mí y gritó: Es la una de la tarde.
-Gracias -le contesté con un grito igual de fuerte.
Ellas volvieron a reír. El tipo vestido de ejecutivo se apartó más de la parada del camión.

Al abordar el transporte rumbo a mi casa, el chofer dijo que no tenía feria. Eso no me importaba en ese momento.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Hola, un día a la espera del camión, a escasos días de mi truene con la madre de mi hija, buscaba sin saberlo, como un desesperado sacarme la espina con otra fémina.
Aunque no fumo tabaco, siempre cargaba con un encendedor para encender el cigarrillo de alguna mujer solitaria. Sucedió varias veces, aunque mi confianza en ellas estaba derrumbada, sólo buscaba aventuras. Ya me calmé.
Buena anécdota. Seguiré leyéndote y comentando.
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http://my.opera.com/rogerleos/

8:40 p.m.  

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