lunes, enero 17, 2005

Por qué no tengo amigos famosos

¿Para qué?, me dije. No puedo vivir bajo la sombra de alguien más, ni nadie estaría dispuesto a hacerlo bajo la sombra carcomida de Joaquín Vicente. Al primer indicio de que un amigo se está volviendo famoso por ganar un concurso o llegar a los bares y no parar de hablar de sus amigos -otros famosos-, prefiero escabullirme. Mis sonrisas pueden ser amables, pero por mera tolerancia, no por regalo.
Por lo mismo, difícilmente seré famoso algún día, cuando de seguro mis examigos famosos no se preocuparían en meter las manos por mí. En algún momento lo pensé de manera seria. A ver, a ver... ¿Alguna reputación que Joaquín Vicente deba cuidar? No. Responsable, no es. Decente, ¿quién carajos es decente en estos tiempos? Honesto no lo es tampoco, cuando a la honestidad cínica le llaman grosería.
¿Vago? Gracias al señor. ¿Qué más, qué más? La mayor parte de las agresiones verbales o insultos se han convertido en piropos maricas o reproches que se cortan con un "Lo sé. Nunca seré perfecto".
Joaquín Vicente le ha roto el corazón a más de una mujer, no por maltratarla, sino por hablar de más.
¿Inmadurez? Puede que eso, pero la mayoría de mis amigos famosos -que han dejado de serlo-, eran animalitos más inmaduros que este borracho ido a poeta, criaturitas abandonadas de Ciudad Mascota.