jueves, noviembre 25, 2004

El poeta rasuradora

Cuenta un poeta que hace tiempo vivía en los Condominios Constitución, y necesitó escaparse a México, Distrito Fábula. Ahí conoció a una alemana de buenas formas que se dejó seducir. Ya cuando estaban tirados en la alfombra maloliente a orina de gato, el poeta descubrió que la mujer no se rasuraba las axilas.
Esto me lo contó mientras veíamos a una teibolera del Pasarelas, que puso una pierna cerca de mí para que la despojara de sus mallas a mitad del baile. El tipo este sonreía y agregó: Varias veces soñé que yo era una maldita rasuradora.